viernes, 14 de mayo de 2010

EL SISTEMA PICO Y PLACA PARTE II


Había miedo. Miedo de que la medida del pico y placa saque a la luz a una ciudadanía que se compromete con el bienestar de la ciudad solo de dientes para afuera.

Miedo de que se cumplieran presagios negativos, esos que auguraban que no iba a haber predisposición de los ciudadanos que viven en la capital, para cumplir con las regulaciones que establecieron las autoridades municipales y policiales.

Pero los habitantes de Quito están demostrando con hechos no solo que son respetuosos de la Ley sino que, además, están muy dispuestos a contribuir al mejoramiento de la salud ambiental de la capital.

El número de personas detenidas por infringir la disposición del pico y placa es mínimo: un promedio cercano a 130 cada día de 80 000, que salen de circulación en cada jornada en la que se aplica la restricción.

Esa contribución verdadera, real de la gente, tiene que verse acompañada por la solución pronta de un aspecto que está fallando y que es clave para la movilidad: la calidad del servicio de transporte público.

No puede ser que en las calles exista más fluidez pero que, en contrapartida, los buses vayan atestados de gente (como está ocurriendo en ciertas horas y en determinadas zonas de la ciudad), y los taxistas cobren lo que les dicta el bolsillo y no lo que señala el taxímetro.

En la primera semana de aplicación del pico y placa, la ciudadanía ha demostrado que contribuye y de buena gana.

Le toca a la autoridad demostrar que puede promover, liderar y conseguir un servicio de transporte público digno.

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